Cuando en 1276 murió el rey Jaume I, dejó a sus dos hijos un reino considerable. Don Pedro, el primogénito heredó Aragón, Cataluña y Valencia. Don Jaume recibió, junto con Montpellier y el Rosellón, las Baleares. Nacía en ese momento el reino de Mallorca, cuyo gobierno regentaría el hijo menor con el nombre de Jaume II. Era la época de las fundaciones de ciudades, iglesias y fortalezas reales. Don Jaume, mandó la construcción de una soberbia residencia, en lo alto de una colina. Constituyó uno de los más bellos ejemplares de fortificación medieval en el mediterráneo. Así surgió el Castillo de la Bella Vista.

El castillo de Bellver, construido en el puig de sa Mesquida (monte de la mezquita), se levanta orgulloso entre un bosque de verdes pinos, en los que en verano resuena el canto de las cigarras, dominando la ciudad y la bahía de Palma, cual centinela de piedra, altivo, perfectamente conservado, es difícil creer que haya existido durante 700 años. Cuando llegamos al puerto de Palma por mar, si dirigimos la vista hacia poniente, se puede observar el perfil del castillo de Bellver, el castillo de la “bella vista”, ya que eso es justamente el significado de la palabra “Bellver”. Fue mandado construir por Jaume II en los primeros años del siglo XIV (entre 1309 y 1330), para residencia de los reyes de Mallorca. Después lo habitaría su sucesor Jaume III, quien perdería la vida en la batalla de Lluchmayor en 1343. Para levantar semejante coloso, Jaume II confió en el maestro de obras Pere Salvá, el mismo arquitecto del palacio de la Almudaina. En aquellos lejanos tiempos, Bellver se convirtió en símbolo de la época en que Mallorca fue un reino independiente y potencia comercial en el Mediterráneo occidental.

Podríamos decir que el castillo de Bellver es uno de los más bellos de Europa. Por sus características se constituye en un ejemplar único de la arquitectura militar de estilo gótico civil. La planta es robusta, pero a la vez sencilla y elegante: su estructura circular (única en España), está reforzada por tres torreones de defensa y cuatro elevaciones utilizadas como puesto de guardia. Las ventanas son muy pequeñas, para que los arqueros no pudieran ser alcanzados. Este particular trazado circular, con la techumbre plana del castillo se dispuso de este modo a fin de recoger el agua de lluvia y conducirla a un tanque subterráneo. El patio de armas interior (con cisterna en el centro) está rodeado por una doble galería de arcos superpuestos. La planta baja tiene 21 arcos en semicírculo de estilo románico catalán y techo plano, que contrasta con las 42 columnas que dan soporte a los 21 arcos góticos de la galería superior y techo abovedado. La torre del Homenaje, de unos 15 metros, casi dobla en altura al castillo. Está unida a la estructura principal por medio de un puente de arco ojival y fue diseñada para servir de último baluarte de defensa. Su interior alberga una cámara subterránea cubierta con una tapadera de piedra. Este lugar tenebroso estaba destinado a mazmorra y, era conocido popularmente como la “Hoya”. El castillo está rodeado por dos fosos, uno exterior y otro interior entre los dos muros enlazados entre ellos.

Durante muchos siglos el castillo se utilizó como prisión: la viuda e hijos de Jaume III estuvieron encarcelados aquí la mayor parte de sus vidas. Más tarde sirvió como refugio contra la epidemia de peste, como fortaleza militar durante la rebelión de las Germanías, y como refugio de las acometidas e invasiones turcas. Hasta 1915 estuvo habilitado como prisión (en él estuvo encarcelado Gaspar Melchor de Jovellanos, de 1802 a 1808). Aquí fue ejecutado en 1817 el general británico Lacy. Desde el patio central se accede al Museu de Mallorca, en el que las esculturas y otras piezas allí expuestas, recorren la historia de la ciudad a través de los periodos talayótico, romano, árabe, y español.

En la actualidad, el castillo está abierto al público y pueden visitarse sus estancias. El castillo se encuentra a unos tres km. del centro de Palma y a 112 metros de altura sobre el nivel del mar. Se puede llegar aquí en coche o en taxi, o tomar el autobús n. 3, desde la Plaça de la Reina hasta la Plaça Gomila y subir por el Carrer de Bellver, atravesando el pinar (auténtico pulmón verde de Palma) y dejando atrás una capilla. En los alrededores del castillo, un dédalo de senderos permite relajantes paseos por un hermoso bosque de añosos pinos. Los días de visita y horarios varían en función de la época del año por lo que se recomienda llamar con antelación. Hay que evitar a ser posible las visitas en domingo, día en que el museo cierra.

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(Domingos y festivos las Salas y Museos estarán cerrados)


Enviado por juankar (13.01.2006 23:23)