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Arxiduc Luís Salvador de Austria
Arxiduc Luís Salvador de Austria.

El 4 de agosto de 1847, Luís Salvador de Habsburgo - Lorena y Borbón (1847 - 1915) nacía en el palacio Pitti de Florencia. Era hijo de los Grandes Duques de la Toscana: Leopoldo II (1797 - 1870) y Maria Antonietta de Borbón (1814 - 1898). El Archiduque se crió en Florencia, hasta que, en 1859, el Gran Ducado se incorporó al nuevo reino de Italia. Los Grandes Duques tuvieron que exiliarse, por eso la adolescencia de Luís Salvador transcurrió en las tierras del imperio Austro-Húngaro, donde estudió derecho, filosofía y ciencias naturales. Desde muy joven comenzó a viajar y a escribir sobre sus viajes. Recorrió las Baleares y el Mediterráneo, a bordo del "Nixe". El Archiduque vino por primera vez a la isla en 1867, con sólo veinte años, de incógnito, y bajo el nombre de Conde de Neudorf. Venía con la idea de hacer un trabajo sobre el archipiélago, que se convertiría en su mejor obra: Die Balearen. La situación política española no le permitió volver hasta 1871, iniciando una estancia que sería trascendental para el Archiduque. En enero de 1872 compraba Miramar, a la que seguirían Son Galcerán (1875), Son Marroig (1877), Son Moragues (1882), Son Ferrandell (1890), Son Gual (1894), Son Gallard (1896), sa Font Figuera (1898), sa Pedrissa (1898), Can Costa (1901) y muchas pequeñas parcelas. La superficie total de estas tierras, el Miramar del Archiduque, era de 1.685 ha. Pronto emprendió grandes obras de mejora de todo el territorio: la restauración de Miramar, la ampliación de Son Marroig, la construcción de s'Estaca, el acondicionamiento de la hospedería. Además, construyó más de cuarenta miradores, tres capillas y una docena de poyos y merenderos, unidos por una red de caminos. Las tierras del Archiduque estaban abiertas a todo el mundo. Para favorecer la visita, Luís Salvador abrió la hospedería donde se daba cobijo gratuito durante tres días y escribió una guía de visita: Indicaciones a los que visitan Miramar. El Archiduque, pronto se transformó en una especie de personaje de cuento popular, del cual se contaban multitud de anécdotas en Mallorca. El álbum de anécdotas mallorquinas incluye la historia de aquel campesino que en 1873 se puso en camino a Son Marroig para ver cara a cara al hombre, aparentemente loco, que había pagado una cantidad desmesurada de dinero por un trozo de tierra en el noroeste de la isla que para el campesino no tenía valor alguno por estar lleno de piedras. Al llegar al campo, el campesino encontró al archiduque Luis salvador de Habsburgo, primo del emperador Francisco José de Austria, sentado en una piedra y dibujando. Allí estaba "s'arxiduc", como se dice en mallorquín, con apenas 25 años de edad. Cuatro años antes había publicado su primer libro, centrado en Mallorca, mejor dicho, en los insectos de sus queridísimas Baleares. Para la curiosidad de los campesinos, el archiduque tal vez no fuera más que un lunático inconcebible, con más dinero que inteligencia, un tipo que, Dios sabría por qué motivo, se había entregado a la ociosidad en una isla sin captar ni por aproximación su misterio y su verdadera importancia. El campesino compartía probablemente este punto de vista con la corte imperial vienesa, y se equivocó tanto como ella. En efecto, s'arxiduc y Mallorca mantuvieron unas relaciones tan íntimas, tan ricas en detalles y tan extraordinarias en todos los sentidos que todavía hoy la posteridad se limita a mover la cabeza entre el asombro y la veneración. La ciudad de Palma y el Gobierno insular le concedieron en vida el título de "hijo ilustre de la ciudad" y de "ilustre hijo adoptivo de las Baleares", y prácticamente no hay ninguna población que no tenga una calle con su nombre. Con el tiempo, la isla comprendió a quien tanto la amaba. Su único y verdadero gran amor fue Catalina Homar, hija de un carpintero mallorquín. Cuando Luis Salvador la conoció, Catalina Homar, no sabía leer ni escribir. A lo largo de su relación con él, que la Corte de Viena nunca admitió, aprendió varios idiomas y estuvo al frente de las propiedades mallorquinas. En los innumerables viajes que hicieron juntos en el yate Nixe, s'arxiduc contrajo la lepra en tierra Santa y durante varios años vivió en Mallorca una muerte lenta y horrible. Su recuerdo perdura aún en la memoria de los mallorquines. Murió en Bohemia en 1915.

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